domingo, 8 de abril de 2007

Sándor Márai


Sándor Márai nació en 1900 en una ciudad del imperio austrohúngaro que hoy es parte de Eslovaquia.Vivió un exilio voluntario en Alemania y Francia en los años veinte, abandonando definitivamente su país en 1948 con la llegada del régimen comunista. Se estableció en Suiza, Italia y finalmente en Estados Unidos, cuya nacionalidad adquirió en 1952. Su obra fue prohibida en Hungría y cayó en el olvido, hasta que resurgió con el fin de la época comunista. Para él como para tantos escritores y artistas el éxito llegó tarde. Márai se había quitado la vida en 1989 en San Diego, California. Casi todas sus biografías añaden en este punto que fue pocos meses antes de la caída del muro de Berlín, lo que supone una tragedia para un artista destrozado por la historia. Pero suelen ocultar que en los últimos años de su vida rechazó numerosas ofertas para regresar a su patria, y que para entonces era un anciano de 89 años consumido por la enfermedad que decidió no soportar hasta el final de sus dias.

Marai vivió la desintegración de la clase media húngara a la que pertenecía y sintió que "tal vez la única obligación de mi vida y de mi trabajo como escritor sea elaborar el proceso de esa desintegración". Quizá por eso inició sus memorias, “Confesiones de un burgués” a los 34 años.

Se ha comparado la obra de Sándor Márai con la de Thomas Mann, pero también recuerda a la de Proust Su obra escrita en pleno siglo XX nos lleva sin embargo al XIX. Sus relatos, ambientados en la centroeuropa de entreguerras, cosmopolita y decadente, envueltos siempre en un ambiente de penumbra, describen la intimidad, el valor del secreto y la soledad de la vida del burgués, contraponiendo su sensibilidad a la de los otros, los criados. En sus novelas se permite ser profundo e intentar alcanzar las verdades del ser humano. Cuando le leemos extrañamos ese otro tiempo como si lo hubiéramos vivido: un mundo de honor y lealtades, secretos y traiciones, seres en suspenso y destinos ya trazados. “Pocas veces somos tan reaccionarios como cuando leemos a Sándor Márai, pero nunca ser reaccionario ha sido más gratificante”. La magia de su narración nos envuelve y nos seduce llevándonos a compartir esos valores arcaicos, esas falsas verdades burguesas, esa sociedad injusta. A pesar de todo, sentimos que ese tiempo que hoy nos parece elegante y romántico ha pasado y nos llenamos de nostalgia por la pérdida definitiva de ese paraíso que tiene cierto olor a podrido.

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