sábado, 22 de septiembre de 2007

Vinieron como golondrinas


William Maxwell fue editor de Salinger, de Updike, de Nabokov y de otros más, pero también es un excelente escritor. Su madre murió de gripe cuando el tenía diez años y en este libro recrea esa parte de su historia.

Al mismo tiempo que finaliza la Guerra Mundial, en el Medio Oeste, la familia Morison, formada por un matrimonio y sus dos hijos, camina hacia la desgracia. En un lenguaje sencillo y a la vez lleno de detalles, la historia avanza lentamente a través de cada uno de sus miembros.

El pequeño Buddy, un niño de 8 años, nos enseña su casa, su madre dulce, su padre autoritario, las peleas con su hermano y todo el pequeño mundo doméstico de un niño americano de los años 20.

Después Robert, un adolescente al que tuvieron que amputar una pierna, nos muestra su admiración por el padre, su relación con la madre y como avanza la epidemia de gripe que amenaza con destruirlo todo.

Por último, el marido desolado nos cuenta su dolor, su impotencia y su actitud hacia sus hijos, a los que no sabe ni puede consolar.

Todos ellos van tejiendo un mundo sencillo de emociones en los que la madre es el nexo y la falta de la madre, parece su final. Los objetos cotidianos, la alfombra, la biblioteca, la ropa o el calor de la cocina son los que van construyendo con muy pocas palabras todo ese conjunto de sensaciones que llamamos familia, que llamamos hogar.

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