miércoles, 14 de noviembre de 2007

Nunca me abandones.

Cogí el libro porque el autor tenía un nombre japonés y últimamente me va la cosa oriental. Pero no. Enseguida me enteré de que aunque nació en Nagasaki ha vivido siempre en Inglaterra y es de lo más inglés. Prueba de ello es que es el autor del libro que inspiró la película “Lo que queda del día”. En fin, más británico que nadie.

Pues este libro tampoco es lo que parece.

Kathy rememora su infancia en el internado Hailsham en la campiña inglesa: las relaciones entre los alumnos, las clases de arte, las charlas en los dormitorios o los partidos entre los muchachos, los amigos de la infancia, los de la adolescencia. Enid Blyton en Torres de Malory…..

Pero enseguida ese ambiente se vuelve inquietante, el texto se va volviendo turbador. Al principio son solo algunas palabras (custodios), la intuición de que hay un mundo diferente afuera, los alumnos son especiales, no pueden tener hijos, ninguno tiene familia. Mientras leemos las relaciones de amistad adolescente entre Kathy, el iracundo Tommy y la dominante Ruth, descubrimos que todos ellos son clones destinados a la donación de órganos en el futuro.

Los tres amigos pasan del internado a Las Cottages, una granja alejada, donde entre las sensaciones y relaciones propias de la juventud y los últimos momentos de su educación, sigue filtrándose su inquietante futuro, su extraña condición.

La tercera parte del libro es la de la madurez. Kathy es una experta “cuidadora” y sus amigos se han convertido ya en “donantes”. El pasado se esfuma mientras lucha por mantener vivos los recuerdos.

Algunos dicen que es un libro de ciencia ficción, y podría serlo sino fuera porque parece más un libro intimista donde las soledades, la amistad, el amor y el destino se mezclan dolorosamente con la vida, que como cualquier vida, siempre es demasiado corta.

Nunca me abandones es una inyección de melancolía en vena, un dardo envenenado con tristeza que Ishiguro, epígono de Pico, arroja con fuerza para despertarnos la conciencia de la dignidad humana. Todo lo demás aquí no es sino un pretexto o un decorado.

Y es que la pérdida, ese asunto que roza lo metafísico, parece constituir el gran tema de la literatura moderna.

Un libro impactante.

Un libro para recordar.

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